La pelea entre Charly García y Andrés Calamaro por la mujer de éste, Mónica.
«Charly es un canalla. ¿Cómo podría vivir con mi mujer sin confiar en ella? A mí lo que se me terminó no es el respeto sino la paciencia.»
«En un momento me di cuenta de que en mi casa éramos dos, más el contestador telefónico con los llantos de Charly durante toda la noche. Entonces fue: el contestador telefonico o yo»
Fue hace 15 años, cuando García era el más grande, y Andrés, apenas un chico con futuro. Charly hacía Yendo de la cama al living, en Ferro, y presentaba como soporte un grupo que marcaría la década, Los Abuelos de la Nada, en el que los teclados los acariciaba Calamaro. Pasó el tiempo y se hicieron amigos. Tanto, que Andrés fue parte de Las Ligas, la banda que acompañó a García hasta 1986. Hasta que Calamaro partió a España para buscar lo que en la Argentina se le negaba: el reconocimiento definitivo. Y lo logró, con Los Rodríguez. Y aquel chico con futuro se convirtió en un hombre con presente. Y García empezó a dejar de ser el más grande, gracias a Fito, gracias a Andrés. Y cuando Charly viajó a Madrid en 1995, después de una terapia de desintoxicación en Londres, conoció a Mónica García, la mujer y manager virtual de Calamaro, una española que cultiva el bajo perfil, a tal punto que es muy difícil encontrar fotos de ella. Y se hicieron amigos. Pero…
En enero de este año, en un reportaje, Charly dijo: «Estaba en Madrid, Calamaro estaba de gira y apareció Mónica cuando me estaban echando a patadas del hotel. Puso la tarjeta. Bien. Fuimos a
otro hotel, dormimos en camas separadas. Lo que pasa es que también mi socia es una freak como yo. Seguramente va a venir pronto, prontísimo, y por ahí, qué sé yo… Tal vez se queda conmigo, andá a saber. Persona más fiel que ella no hay. Y que yo, ni hablar, Y que Calamaro menos (…). Cornudos hay por todos lados, pero nosotros no».
«Mónica tal vez se quede conmigo, andá a saber. Persona más fiel que ella no hay. Y que yo, ni hablar. Y que Calamaro, menos (…). Cornudos hay en todos lados, pero nosotros no»
Y hace una semana, Calamaro, harto, disparó: «Charly está enfermo. Es amigo nuestro pero no está bien. Además, yo duermo todos los días con mi mujer. ¿De qué me tengo que enterar? No soy un marido engañado. ¿Cómo dice Charly que la quiere, si no quiere a nadie? Algo le funciona mal. Aparte, ¿cómo mi mujer se va a acostar con él? A mí, por lo menos, me quedan dientes».
Calamaro y Charly hablaron con GENTE de la pelea. Andrés fue claro: «Charly es un canalla». García, fiel a su estilo, habló en clave: «Donde juegan los grandes, no juegan los chicos. Come, on!».
«¿Cómo dice Charly que la quiere, si no quiere a nadie? Algo le funciona mal Aparte, ¿cómo mi mujer se va a costar con él A mí, por lo menos, me quedan dientes.»
Jueves 11 de diciembre. 1 A.M. Beruti y Coronel Díaz. El pub Júpiter todavía está vacío. Charly García llega sin saludar. Y empieza a hablar sin problemas, escuálido y escurridizo, incapaz de
permanecer en su silla más de dos minutos seguidos. «Vengo de Miami, de grabar Kill my
Mother en un hotel. Me cansé de mirar las limusinas y todo eso», empieza, mientras revolea unos jazmines. Intenta hacer un balance del ’97: «Para mí fue un año de m… Se murió mucha gente que conocía».
Mezcla, como siempre, el inglés y el castellano. Y dice su versión del triángulo Calamaro-Mónica-García: «Es sólo mi socia, ¿está claro? ¿Qué tiene de malo? ?Y aclara: ?Mónica fue la secretaria de la discográfica Virgin Records, así que algo de negocios sabe. En España, lo que pasó fue que Calamaro desapareció, se fue de gira. Entonces nos pusimos a hacer el disco Say no More». Y antes de subir al escenario agrega: Lo que le podemos decir a la gente es que compre el disco, loco. ¿Y qué más? Y que Mónica es mi socia y punto. ¿Ok? Socios. Right?
¿Qué le respondés a Calamaro cuando dice que antes de darte la mano te pediría un análisis de orina?
Bué… ¡Entonces, para c… necesitaría un paraguas! Donde juegan los grandes, no juegan los chicos. Come on!
Viernes 12, 17 P.M. Andrés Calamaro mira tele en un hotel de Recoleta. Sabe que sus declaraciones contra Charly trajeron cola. Ahora piensa que «tal vez hubiese sido mejor haber dicho no comments».
¿Por qué?
Porque corté el rostro y, lógicamente, hubo acuso de recibo. Recibí muchas llamadas satánicas y ofensivas en mi domicilio de Madrid y en el hotel. Por eso no quiero hablar. Y si me contestan…
Ya hubo respuesta.
¿Ah sí? ¿Y qué me contestaron?
Que donde juegan los grandes, no juegan los chicos.
Ah… Ese mensaje ya me lo dejaron en el hotel. ¿Cómo podría vivir con mi mujer sin confiar en ella? A mí lo que se me terminó no es el respeto sino la paciencia. Además, la verdad siempre duele. Eso es lo que le dijo Keith Richards a Elton John. Ellos también se estuvieron peleando. Con respecto a lo de los chicos y grandes, yo tengo 36 años. Muchos de los grandes de la música no llegaron a mi edad. Jimi Hendrix vivió hasta los 27.
¿Cuándo empezaron los malentendidos?
Yo tragué bastante de la obsesión mística, y en un momento me di cuenta de que en mi casa éramos dos, más el contestador telefónico con los llantos de Charly durante toda la noche. Entonces fue: «O el contestador telefónico o yo». Fui bastante elegante durante mucho tiempo, demasiado elegante para el rock and roll.
¿Tu mujer también perdió la paciencia?
Mi mujer también. ¡Qué sé yo! Uno se encariña incluso con sus animales domésticos. Nosotros
tenemos cuatro gatos y los adoramos con locura. No sé cuándo empezó la pelea dialéctica; sí te puedo decir cuándo terminó. Lo que quiero es no hablar con la gente, ni con Charly, ni que él me llame. Yo tengo dientes, pero también tengo lengua… Como el vigor no mengua… Tengo que dejar de usarla en público porque quiero evitar el brainstorming. A partir de ahora voy a practicar la paz y la tolerancia. El que va a quedar peor parado es el que más hable. Nos vemos en el próximo round.