Los dos músicos respondieron a preguntas de usuarios de distintas partes del mundo. Le pidieron a Calamaro que volviera a la Argentina. Spinetta recibió ofertas para tocar en los Estados Unidos.
Si se consultara a miles de jóvenes argentinos con quién se querrían comunicar directamente, la respuesta cantada sería contundente: con sus ídolos musicales. «En poco tiempo, queremos saber lo máximo posible», podría ser la consigna colectiva. Las preguntas adquirirían la velocidad de la luz y tendrían el desenfado de requerirle a los músicos detalles de su vida privada y su carrera. Todo esto, que hace unos pocos años hubiera parecido irrealizable sucedió el viernes pasado.
Exactamente entre las 20 y las 21: Luis Alberto Spinetta desde Buenos Aires y Andrés Calamaro desde Madrid se reunieron con 100 fans de Israel, San Francisco, Washington, París, Barcelona, Bogotá, Texas y Los Angeles. El encuentro fue en el espacio virtual. Y a través de Internet, la red que conecta a más de 40 millones de computadoras en el planeta, los usuarios de Clarín Digital preguntaron «a mansalva» a los ídolos. Este tipo de comunicación «conocida como chateo en la jerga informática» permite que en una pantalla de computadora conectada a Internet aparezcan, de a una por vez pero a gran velocidad, las preguntas y mensajes de las personas que se quieren comunicar entre sí. La semana anterior, el escritor Adolfo Bioy Casáres se comunicó de esta forma con 20 usuarios dispersos por el mundo.
Comienza la noche Esta vez, el nivel de ansiedad por la reunión virtual con los músicos, comenzó a notarse una hora antes de que se iniciara el encuentro: a las 19, ya eran 79 las personas que se habían conectado a sus computadoras. Y mientras esperaban que Calamaro y Spinetta se sentaran frente a sus respectivas pantallas, los usarios no dudaron en pasarse mensajes y presentarse entre ellos. «Me muero por saber algo del Flaco, lo vi en Los Angeles», decía una persona que se identificó como Fsaturno. Spinetta tocó en Los Angeles en el ’93 y el viernes recibió, al menos 20 propuestas para volver a tocar en California. Otros, recordaron la época en que Spinetta estuvo en Los Angeles grabando un disco (Only love can sustain), en el ’79. «¿Por qué no le ponemos a este canal de charla Nadie sale vivo de aquí o El jardín de los presentes?», sugirió en alusión a sendos temas de Calamaro y Spinetta, alguien que eligió llamarse Bigstar. En tanto, un usuario que se identificó como Mingo reveló que, en realidad eran un grupo de empleados que se habían conectado desde el Ministerio de Economía. «Ah, lindo le va a parecer a Cavallo que usen la Internet para esto», disparó Bit .
El verdadero ajetreo comenzó una vez que Spinetta y Calamaro estuvieron en el canal. «Buen día para hablar de música: hoy se cumplen 33 años de la fecha en que se publicó el primer disco de Los Beatles en Inglaterra», soltó Calamaro. Sin embargo, las preguntas apuntaron a la conmemoración de otra fecha, tanto más trágica: los 20 años del golpe militar en la Argentina. «El 24 de marzo del ’76 me agarró tocando la guitarra: pensé que componiendo podía curar el mal de mucha gente», contestó Spinetta. «A mí ese día me pescó casi yendo al colegio. Ojo al 24 de marzo: a no olvidar, argentinos. Plaza de Mayo va a ser emocionante», escribió Calamaro. Por su parte, Spinetta le contó a un usuario de Israel que en «Buenos Aires se están realizando varios actos de repudio,» y destacó que «cuando componía durante la dictadura, tenía la ayuda de la gente que sufría». Extasiada con la posibilidad de que en algún lugar de Buenos Aires Spinetta estuviera frente a una pantalla, una chica dijo: «Esto de la virtualidad me pone loca, ¿cómo sé que son todos reales?». Luego Pato le preguntó a Luis por qué no estaría el domingo en Plaza de Mayo. «Porque tengo que estar en Mar del Plata», respondió el músico. «Una reunión de prensa donde estén todos mudos…no lo puedo creer», soltó Bliss. Con velocidad criolla, Calamaro le respondió: «Yerba no hay. Mate tampoco». Así, en medio de una maraña de letras y mensajes cruzados, transcurrió la hora de charla entre dos ídolos y un grueso séquito de fans.