01. Alta Suciedad
02. Todo lo demas
03. Donde manda marinero
04. Loco
05. Flaca
06. Quien asó la manteca ?
07. Media Verónica
08. El tercio de los sueños
09. Comida china
10. Elvis esta vivo
11. Me arde
12. Crimenes perfectos
13. Nunca es igual
14. El novio del olvido
15. Catalina Bahia
A
A
«Nunca me tomo demasiado en serio» Diario Clarin
El cerebro ácido del rock en español Revista El Pais de las Tentaciones
«Nunca estuve solo ni mal acompañado» Revista Gente
Mañana es mejor Revista Rolling Stone
Buscando el placer de estar vivo Revista Viva
Andres en los Top Ten por su éxito en 1997
La Gira Sudamericana 98′ comentada por Andrés
A
A
Estas son canciones que escribí el año pasado entre los viajes, las giras, los compromisos, y el tiempo (y todo lo demás también). Después de escuchar mis grabaciones con Joe Blaney, y apreciarlas como repertorio y como originales, elegí grabar estas, en Nueva York con músicos (de estudio) locales. Aunque nunca antes había grabado así (siempre grabo solo, o en compañía de otros pares), la idea me pareció ilusionante y posible: viajé el primer día de febrero y escuchamos las cintas de nuevo. Nunca descartamos incluir remezclas de ciertas grabaciones domésticas, pero puestos a grabar, ya con los masters, grabamos trece canciones (lo que se conoce como bases: tres o cuatro instrumentos grabados juntos). Después, cambiamos de estudio para terminar las voces y los instrumentos. Ahí grabamos dos canciones más pero una de ellas, finalmente, fue abandonada: quedaron catorce.
Alta suciedad: En realidad lo que tienen en común los versos de Alta
suciedad es una especie de tono. Se supone que tendría que conocer mejor mis
letras, mis propias palabras. El caso de esta canción lleva a darme cuenta
de que es apenas una ironía sobre la alta sociedad. Yo creo que la alta
sociedad ya no existe. En España existe algo parecido a una aristocracia,
pero en realidad en Sudamérica no hay, desde que se extinguieron los
caciques de nuestras tribus. Sólo hay oligarquía económica.
Todo lo demás: Esta fue la primera canción que salió tras la última
actuación de Los Rodríguez. Salió el lunes siguiente y fue la única en la
que en vez de grabar todos los músicos en directo lo hicimos uno a uno. Fue
para respetar los coros, que habían sido hechos en mi casa. Todos pusimos
nuestras líneas sobre el demo con los coros. Tratándose de esta canción, la
verdad es que no sé a qué género pertenece. Al igual que la mayoría de las
canciones, básicamente es el primer intento de hacer una canción, trabajando
la letra y la música en paralelo. Como dice Bob Dylan, ambas difícilmente
nos llegan juntas.
Donde manda marinero: Es una imagen bastante poética sin serlo, aquello de
elevar las anclas no es tan frecuente. En general, cuando tomamos unos días
de vacaciones nos vamos pensando en volver. Es una de las primeras que hice
para este disco. Al comienzo tenía una forma diferente, tenía otra clase de
ritmo. Se parecía más a este rock latino candombero que hacíamos con Los
Rodríguez y que se interpretaban como rumba and roll, aunque nunca habíamos
escuchado rumba. Pero es cierto que le pedíamos a uno que diera palmas o
hiciera un bongó. La primera vez que hicimos el Rodríguez más latino, más
rumbero, fue en Engánchate conmigo. Lo hicimos inspirados en los Cadillacs,
en las primeras canciones más latinas de ellos, como las del disco El
satánico doctor Cadillacs.
Loco: La hice en un rato, esa misma semana. Hice un sampling de Chic. Para
que Loco se convirtiera en canción no bastaba con un papel o con unos
acordes de guitarra. No es una verdadera canción. Está inspirada en un
montón de referencias musicales fuera de la canción, del sonido negro. La
canción no sólo necesitaba letra y música necesitaba rodar. Necesitaba ese
coro, ese final. Yo trato de imaginar que termino de cantar pero mi orquesta
sigue tocando. Es escapar un poco a la imagen de un disco como colección de
canciones y de un músico de rock como un songwriters. Es volver un poco a
los descubrimientos musicales. Eso es una tradición del rock: intentar
buscar en cada disco un interés musical nuevo. No solamente que sea bueno.
Durante algún tiempo me sonaba como a un funk rígido, que no lograba
funcionar con «negritud», pero la verdad es que le hacía falta rodaje.
Además hice un video para esta canción.
Flaca: Está dentro de las canciones que más me gustan y la reconozco como un
producto terminado. En realidad yo no soy tan bueno como dicen, pero en
realidad nunca me había acercado tanto a la perfección. Acá (en este disco)
tengo colaboradores que tienen por costumbre acercarse a la perfección.
Flaca lo logró. Es otra de las canciones que hice en esa semana bendita, en
un día, en un par de horas. Nunca siquiera hice intentos por agregar más
letras, por cambiar la estructura. Es una canción que no empieza ni termina
donde se supone que una canción empieza y termina. En el estudio lo único
que pensé fue en nuevas melodías y en más desarrollos para todo ese final,
para esa cosa que tiene.
¿Quién asó la manteca?: Es la última que preparé y la primera que grabé en
Estados Unidos. Nos juntamos con los músicos. Para tocar este tema sólo hace
falta enterarse de qué se trata y poner todo el funky que uno pueda. A estos
músicos les sobra. Es mucho más que una canción, es un intento de no
olvidarse que existe Sly Stone o Bill Withers. Para mí es punto intermedio
porque alimenta muchísimo la inspiración de nuestros ritmos actuales. Aunque
no son Los Beatles o los Rolling Stones cambiaron tanto la música. Withers
lo que tiene es el soul con guitarra acústica, algo que está entre el folk y
el soul, como Robert Cray está entre el rhythm and blues y el soul.
Media verónica: Este sí que era un texto, un papel escrito y un poco sus
acordes también, menores y mayores en el piano. Cuando mi hermano Javier me
dijo que necesitaba una canción para su álbum Chiapas, pedí un estudio y fui
a grabar con la colaboración de un amigo que hace los lead de guitarra (yo
toco todo lo demás). Es una versión bastante electrónica la original: la
batería rudimentaria programada, pasadas a través de efectos, guitarras.
Hice una grabación muy espontánea y en dos días terminé y la mandé y es la
versión que se escucha en Chiapas. Está mezclada y grabada en Madrid. Salió
muy lograda y se convirtió ya no en un demo sino que en un master.
El tercio de los sueños: Es una ranchera, según Ry Cooder, no es la
auténtica de José Alfredo Jiménez y aparte yo creo que ahí hay algo. Yo sigo
creyendo que entre las trompetas de la plaza de toros y las trompetas de los
mariachi hay un eslabón que luego continúa hasta la frontera texana-mexicana
y forma parte del rock. Yo creo que en España, a través de México, hay
raíces del rock and roll. Este género tiene una raíz latina, y no solamente
negra, a través de lo que es fronterizo. Tiene una atmósfera taurina. La
corrida de toros se divide en tres tercios. A la vez, se supone que dormimos
la tercera parte de nuestra vida y si soñamos no nos damos cuenta. Entonces
es el tercio de los sueños. Es engañoso. Es una canción un poco matrimonial
y en un momento hay un poco de Tom Waits, cuando hablo «de los años salvajes
que dejé colgados en un clavo en tu frente».
Comida china: Es una de las canciones que yo tenía descartada. Tenía una
parte que yo no podía completar. Mientras grababa en Estados Unidos me
acordé que esta canción existía y terminé de escribir la letra, a la vez un
poco inspirado en unas experiencias químicas, tecnológicas también. Lo
tecnológico es muy químico además. Y eso es algo que nunca hay que olvidar
porque forma parte también de la cultura. Pretende ser algo vinculante con
Brian Wilson de los Beach Boys. Estoy esperando que alguien me lo diga pero
nadie me ha dado ese gusto.
Elvis está vivo: Originalmente había usado un sampling muy famoso de
batería, pero cuando lo mostré a Jordan el loop original del demo se negó
absolutamente a hacerlo. Entonces hubo que re-interpretarlo. Ahí la opción
era olvidarse del demo y tocarlo de vuelta, por considerar que esos músicos
no se pueden dejar pasar. Un día en Miami vino a comer con nosotros Palito
Ortega y su hijo y escuchó lo de Elvis está vivo y dijo: aquí tendría que
escucharse a Elvis. Entonces, allí me dije, cómo hago para conseguirme una
voz de Elvis. Las alternativas eran buscar un video, un disco, una película.
Había estado grabando justo el concierto Aloha, el de Hawai, que lo pasaban
en televisión. Se podía samplear un poco, pero le pedí a Palito. Tener a
Palito Ortega en una canción haciendo un cameo de Elvis Presley a mí me
parece muy interesante, son como esos cameos en el cine.
Me arde: Este es el rock más «stone» del disco. Yo hago un solo de guitarra,
pero es tan corto que cuando le digo a mis amigos «esa guitarra la toqué
yo», la canción ya se terminó. Me gusta tocar la guitarra. La he tocado
bastante en el disco, sin esconderme detrás de los capos. Esta canción está
rozando permanentemente lo vulgar y en un momento se rasga las vestiduras en
una especie de talking blues, un solo de vocal, como decía Rubén Blades. Un
poco al estilo de Dylan, contando la experiencia de las dos hermanas
colombianas que dormían en camas separadas. Ahora mismo voy a Colombia: o me
reciben como un héroe o ni me dejan entrar por aquello de las hermanas. No
sé qué es lo que contempla la ley. Dos hermanas (supongo que son mayores de
edad) y en camas separadas, me imagino que no tendría que haber ningún tipo
de problemas. Ni siquiera es tan interesante.
Crímenes perfectos: Es una balada muy standards. Es de los momentos del
disco que más roza lo vulgar. Es una balada-soul. No me atrevo a decir que es
melódica, pero definitivamente es una balada muy lenta y yo creo que busca
cierta complicidad con otros de mi generación. Cuando digo que soy de la
generación que vio el Mundial de Fútbol de 1978. Esto en la historia
americana significa un montón de datos, además de los goles de Kempes.
Sabemos quiénes somos y sabemos dónde estuvimos y cuándo.
Nunca es igual: Esta canción dura casi ocho
minutos. No sé cómo llegué a grabarla. En las maquetas la tenía
prácticamente descartada del disco. Cuando finalmente la tocamos resultó que
quedó grabada una base de reggae profunda, densa y formidable. La hice en
trío y yo toco la guitarra wah wah que está en todo el tema y yo estaba
convencido de que la canción no llegaba a la altura de los instrumentos que
había grabados. Esta canción es una especie de doble sentido tan hermético
que ni siquiero yo estoy seguro si es inteligente. Juega con el doble
sentido geográfico de algunas palabras y yo creo que es algo que podemos
entender sólo dos o tres. Mezcla la figura del gaucho y la china (esa novia
eterna con trencitas) con la «china» de Marruecos, el pedacito de hachís que
se lleva en el bolsillo, para fumar durante el día. En algún momento pensé
en la nostalgia de la diversión. Esta gente que en Estados Unidos te habla
de una época en que sí se hacía el amor, sí se toma ácido y sí había
diversión. La nostalgia en el rock and roll es muy fea. Hace muy mal estar
mirando para atrás, esos tiempos en que uno se divertía. Yo no le encontraba
sentido, realmente me parecía que no estaba a la altura. Esas eran mis
intenciones pero nadie lo iba a notar. Tenía una grabación con Antonio que
la había hecho en la víspera, en casa. Grabamos estos textos, pero sobre
otra base, porque no existía esta grabación. Ya estábamos terminando,
mezclando en Miami cuando Blaney llevó a su familia a cenar y yo aproveché
un momento y entonces me quedé con el asistente y empecé a volcar. Eran tres
textos y lo que se escucha acá, que son cerca de cuatro minutos, son dos
pedazos de los dos primeros que él grabó. Finalmente Antonio se enfrenta al
fundamentalismo de la moderación, pero esta vez con un punto de vista como
médico y de la obsesión por la salud de los 90, que es un tema que los
músicos no nos atrevemos a tocar: el permanente miedo a enfermarse, a morir
y la duda acerca de si nos estamos cuidando bien. Hay que escapar de la
moderación y esta es una manera muy bella, pero muy cruda de decirlo.
El novio del olvido: Originalmente la había grabado con una atmósfera
absolutamente desnuda y solitaria, pero luego hice una grabación un poco más
formal para dar lugar a esa extraordinaria guitarra de Marc Ribot. Yo me
sentía grabando con Atahualpa Yupanqui y era un judío de Brooklyn, un
ecléctico formidable y un artista que grabó antes con Tom Waits y con Elvis
Costello. Eso es El novio del olvido: la máxima melancolía, fríamente
incalculable.
Catalina, Bahía (Bonus track): En España forma parte de un single y no del
larga duración. Su diferencia del resto del bloque es que fue grabada en
España y todas las demás en Estados Unidos. Ese single se llama Loco y viene
acompañada de otro tema del disco y tres versiones, una de las cuales es
esta
Catalina, Bahía y otras dos más.
Amigos: Esto es todo. -Hice lo mejor que pude!
A
A