El artista argentino continúa por la senda autobiográfica en ‘Bohemio’, su nuevo disco
Ciertamente, ha habido silencios mayores en la trayectoria de Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961). Entre 2000, año de la publicación de El salmón, y 2006, fecha de El palacio de las flores, colaboración con el histórico Litto Nebbia, no hubo ningún lanzamiento oficial de material nuevo. Pero lo chocante de la pausa entre On the rock (2010) y el actual Bohemio reside en que Andrés ha desarrollado una actividad frenética en las redes. Aparte de estruendosas polémicas, ha colocado unos dos mil injertos (él los llama mash-ups, a lo anglosajón) donde experimenta con grabaciones y voces ajenas, bajo el seudónimo A$K.
Producto de su curiosidad, explica: “De repente me encontré grabando sin tocar instrumentos, buceando en discografías, recortando monólogos de Kerouac, Burroughs o Henry Miller; la palabra folclórica de Atahualpa Yupanqui y José Larralde; volviendo a King Crimson o Can, reconociendo terrenos ocupados por el hip hop y el heavy metalextremo. Siempre está el deseo de grabar e inventar algo que no existe”.
No teman. Para su reaparición discográfica, Calamaro se presenta conciso, limpio y accesible: diez canciones cercanas al rock suave californiano (aunque él prefiere citar a los Stones más country), donde únicamente canta. ¿Un Calamaro que no toca nada? Exacto: “Cuando entramos a grabar, estaba ensayando con el grupo actual y quise involucrarlos a todos. Tengo unos compañeros buenísimos que Cachorro López, el productor, reconoció inmediatamente como elementos valiosos para la grabación”.
Bohemio se abre con Belgrano, retrato de su relación con el desaparecido Luis Alberto Spinetta, quizás el más ambicioso de los creadores del rock argentino, aunque desconocido en España: “La menos odiosa de las comparaciones seria explicar a Spinetta como un Antonio Vega más Astor Piazzola ¡o Paco de Lucía!”. El tema principal sorprende: ¿es un proyecto de tango o un bolero rebelde? “Parece un punto intermedio o un lugar que no figura en los mapas. Aunque ningún tanguista lo reconocería como hijo legítimo, es probable que si un bolerista accediera a cantarlo o adoptarlo saldría algo interesante”. En el disco también hablo de la muerte; no es tema habitual en mí”
Como siempre, Calamaro es esencialmente autobiográfico. Dado que ha vivido recientemente turbulencias emocionales, resulta pertinente evocar su atormentado final de siglo: “Efectivamente, recordéHonestidad brutal al grabar Reheneso Plastico fino. Tienen el ingrediente de la sinceridad brutal, son menos metafóricas de lo que parecen”.
A diferencia del torrencial Honestidad brutal, este álbum no rezuma amargura ni au-tocompasión. Retrata a alguien que asume su pasado y se muestra optimista con el presente. “Gracias. El conjunto luce ligeramente solemne pero luminoso. Alguna me recuerda a las cosas que hace Ariel Roth, cuando contempla las ausencias, sin perder un sentido del humor agridulce. Aunque también hablo de la muerte, y no es un tema habitual en mi”.
Pero no crean que estamos ante un manso. Calamaro lamenta no ser mejor valorado en España: “Extrañamente, mis balances antológicos no fueron bien considerados aquí; Obras Incompletas y Salmonalipsis nowson cajas pensadas para enriquecer la comprensión de mi obra. Estas ediciones son muy prestigiosas en Inglaterra y Estados Unidos; la crítica española ignoro su existencia, o entendió que eran una estrategia maquiavélica de discográfica para estafar a los oyentes”.
La madre del cordero, sospecha, está en el clima social de esta España con la tensión baja: “La cultura se siente huérfana, la música esta desterrada de la cultura, cierran locales y suben impuestos”. No se trata únicamente de la actitud gubernamental, insiste. “Cuando los indignados de Sol-Vodafone pusieron un grito en el cielo, pensamos que eran manifestantes de izquierdas, pero no se definieron como tal cosa. No proponían renovar el socialismo; se contentaban con sacar fotos para subir a Internet. Fue la critica aliada con la queja y terminaron de enterrar al gobierno anterior, quizás secretamente ilusionados con una primavera marianista que nunca llegó”.
Aunque resida en Buenos Aires, Calamaro sigue atentamente la realidad española. Y alucina: «Salen a flote los delitos económicos que imputan al partido gobernante y alguien saca de la galera un reclamo soberanista por Gibraltar; nadie se ríe del chiste y algunos se van de vacaciones pensando en recuperar el territorio usurpado. Sería perfecto para el Guiñol del Canal Plus.»