Montado sobre el éxito

Desde Madrid, Andrés Calamaro habla de «Honestidad brutal», su nuevo disco que, a pocas horas de haber aparecido, ya lidera los rankings de ventas en Buenos Aires.

Epa, me acaban de dar el disco auténtico -dice Andrés Calamaro desde su casa de Madrid, en un alto de la larga conversación con La Nación-, lo estoy viendo por primera vez, ¡qué lindo está así, cerrado todavía!» Se percibe por teléfono la emoción de tener entre las manos «Honestidad brutal», su nuevo disco, que acaba de ser editado y que ya se ha convertido en el más vendido de la semana de la cadena de disquerías más importante del país.

«La foto de tapa se parece a la de «Alta suciedad», ¿no? Pero acá estoy mirando parael otro lado. El próximo puede estar de frente y el siguiente de espaldas, así estarían todos mis ángulos.»

Todos, o casi todos, sus ángulos se encuentran en verdad en las 37 canciones de este monumental álbum doble que ofrece dos horas y veintiún minutos de intensidad musical.

«Si fuera de vinilo, sería triple y medio. Como el de Woodstock o el «Sandinista» de los Clash, pero con medio más. Sin tener en cuenta el compact disc o los box set tal vez estemos ante el disco más largo de la historia del rock», afirma.

Hacer este disco también fue un largo proceso. Exactamente un año, repartido entre varias ciudades y con una larga lista de músicos. «Comenzamos un sábado de abril, no recuerdo la fecha concreta. Abril, casi mayo, y posiblemente en ese fin de semana ya hayamos grabado «Ansia en plaza Francia» y «El día de la mujer mundial». Muchas de las canciones las compuse en el estudio, las comencé y las terminé allí mismo. A veces me parece que es como que hay un disco adentro de otro, que son las diferentes etapas de la grabación.»

 

Made in el mundo

Las etapas son también ciudades: Buenos Aires, Madrid, Nueva York, Miami, por donde pasaron las canciones y que están detalladas en el disco. «Como pasaportes, muchas canciones tienen el sello de varias ciudades. Sobre la versión original volvíamos a grabar. Así, una canción grabada en mi casa en Madrid, o una con Javier en Buenos Aires, podía irse hasta Nueva York para agregarle una trompeta y una guitarra. Y volver a Buenos Aires para que Patán le ponga un piano. Esa es una forma, otras están tal como salieron la primera vez y otras fueron escritas al final de la grabación, en esa larga recta final.»

El año de Calamaro no fue fácil. Canciones que viajaban en valijas, desencuentros del amor y la comentada pelea con Charly García que este último hizo pública por televisión. Esa gran porción de vida se concretó en estas canciones, que comenzó a grabar poco después de su presentación de abril del 98 en el Luna Park, en la misma noche en que los Rolling Stones y Bob Dylan se encontraban en el estadio de River.

Ahora, el círculo se ha cerrado y comienza uno nuevo. El disco está en las calles y es Andrés quien anda ahora más liviano por España como telonero de Bob Dylan, «el gran maestro», en una gira que comenzó en Galicia y que termina esta noche en el Palacio de los Deportes, de Barcelona.

El oficio de telonero nunca ha sido fácil y lo parece menos aún cuando de abrir un show para Dylan se trata. «Hay que dar batalla, porque nos estamos midiendo a ver si somos capaces de ser buenos. Dylan está haciendo unos conciertos increíbles; es un poco lo que vimos en Buenos Aires hace un año, pero ahora esa misma formación está aún mejor. El repertorio es generoso y si no hay muchos flashes de fotógrafos sonríe y hasta da saltitos y pasos de baile. Yo no le conté las sonrisas, pero te prometo contarlas la próxima vez. En Santiago de Compostela debe de haber batido su propio récord de sonreír en un concierto».

Calamaro abre los shows con Guillermo Martín y Candi Avelló. «Tres guitarras acústicas con un sonido rancio, más que despojado», y tocando temas viejos y nuevos y hasta alguno del mismísimo Bob.

A estos «bandidos teloneros, porque somos un trío con el nombre de una sola persona» -dice-, no le ha ido nada mal. «En el primer concierto Dylan me fue a ver. Se puso la capucha de yogui típica de él, que incluso le hemos visto en algunos discos. En verdad no sé qué se habrá puesto, pero me lo quiero imaginar así. En el segundo nos encontramos y me saludó; fue genial. Hace poco me vio desde arriba del escenario y dijo «mi amigo Andrés Calamaro». Esa es una auténtica anécdota que vale la pena no olvidar: fue la primera vez que escuché a Bob Dylan mencionar mi nombre, como mi primer beso, mi primer trippy, mi primera condena, mi primer asalto a un banco. Mucha gente lo podría considerar una tontería y no le diría que no tienen razón, son simplemente esas pequeñas grandes cosas que a veces te pasan. En Barcelona nos despediremos y creo que no habrá ni forma de decirnos adiós. Le voy a dejar mi disco, que él me pidió, y voy a saborear nuevamente, y por última vez, lo que está pasando. No sé, tal vez me convierta en su telonero favorito del año.»

-¿Pensaste en traer a Buenos Aires este formato acústico para alguna pequeña presentación?

-Nos encanta tocar así, siempre que esté Bob Dylan después (ríe). Pero no lo creo, lo primero en que voy a pensar es en ampliar un poco la familia, hacer una banda con poder sobre el escenario. Fijate, además, que los que ahora están quedando afuera son Gringui (Herrera) y Ciro (Fogliatta), que es mucho decir.

 

El doble que pudo ser triple

«Honestidad brutal» precisa más de una escucha por su extensión y también por su intensidad dramática que nos lleva a recorrer sensaciones y emociones como si fueran paisajes. «Nunca pensé en un álbum simple. Pero sí te digo que se hizo cada vez más largo. El proyecto era que fueran treinta temas y fueron más. Y me quedaron canciones que si no es triple es porque ya no pude más. En realidad, mi proyecto perverso es publicar a fin de año otras grabaciones encontradas y acercarnos a la mística, casi legendaria cifra de cien canciones. Un siglo de canciones no está mal para este 1999. Pensado así, treinta y siete es un número para nada abusivo, es normal, lógico. Y que tenga esa ultra larga duración creo que lo hace más liviano. No quise que el disco esté dominado por ninguna tara en particular, no es un libro de quejas a la vida.»

En este periplo de las canciones y de Andrés, a uno y otro lado del océano, fueron varios los músicos y los amigos que se fueron sumando. Entre ellos su hermano Javier, Gringui Herrera, Patán Vidal, Guille Martín, Juan M. Valentino, Ciro Fogliatta, Daniel Melingo, Gabriel Carámbula, algunos de Los Auténticos Decadentes, más algunas neoyorquinas guitarras de Marc Ribot y Hugh McCracken y bajos de Charley Drayton, que ya habían participado en «Alta suciedad».

Pero en esta larga caravana de músicos hay algunos que merecen comentarios aparte. Aquí, Calamaro ha grabado dos tangos, acompañado por grandes tangueros: «Jugar con fuego» con letra de él y música de Mariano Mores y «Naranjo en flor» con el fallecido Virgilio Expósito.

«Fue un gran premio que se me dio y nunca pregunté por qué. La grabación con Virgilio, al que echamos de menos, fue hace varios años. Con Mariano también la escribimos hace un largo tiempo, pero esta vez lo pude convencer de que venga a grabarla. En ambas estuve muy vigilado por ellos, que son compositores (y lo dice con énfasis) de tango, que es una raza académica. Exigen y hay que aprender; aquí respetar la melodía era algo sin discusión.» Se nota en el tono la admiración que siente por ambos. «Virgilio escribió «Naranjo en flor» en 1936, con su hermano Homero que tenía 18 años. Demasiado chico para haber hecho ese tangazo, ¿no?, es como una categoría Bob Dylan escribir así a esa edad. Y parece que no desentonara junto a mis letras, escritas con veinte años más que él y veinte menos que Dylan. Esa es la diferencia entre un genio y una persona corriente como yo, que me pasé estos veinte años puliendo, aprendiendo o, como decimos nosotros, haciéndonos de abajo para llegar a un verso estable.»

Otro de los personajes que aparecen en el disco es Diego Maradona. Además de un tema con su nombre, el gran diez argentino participa ¡cantando! en «Hacer el tonto». Pero no es esto lo único registrado en una noche con pocos testigos. «Si está en el disco es por amistad pura. Pasó a saludar por el estudio y se me ocurrió invitarlo a cantar, sin siquiera tiempo para aprender la canción. Pavarotti con Mercedes Sosa escuchan en el walkman dos meses una canción antes de cantarla, así que no es para ponerse a mirar con lupa lo que hace Diego. Después de ese tema, nos quedamos toda la noche haciendo grabaciones privadas, para nosotros.»
-¿Hay allí más grabaciones encontradas?

-Ahora que está editado el bootleg de Bob Dylan en el Albert Hall, quizá salga también este pirata.
Número uno

Salido a la venta anteayer, el nuevo trabajo de Andrés Calamaro, «Honestidad brutal», ya es el disco más vendido de la semana en la cadena de disquerías Musimundo y tiene posibilidades de convertirse en el mejor vendido del mes. En Tower Records, gracias a su gran demanda, logró entrar en el Top 25 y se espera que sea uno de los lanzamientos más importantes de los últimos tiempo

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